La luna se retuerce en la pared,
se agrieta entre los vapores
azulinos del agua que resbala
a fatiga sobre la piel;
mi casa es un umbral
desde donde miro el mar
que se hace flama,
y la resaca diseña el desorden
de una eternidad interrumpida
en la palabra grito.
(Continua qui…)
[Tutta la mia gratitudine a José Daniel Henao Grisales, Roberto Rossi Testa e Francesco Sasso.]
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